Nombre: Marcelina.
Identificación: profesora de universidad.
Edad: Cincuenta y muchos.
Diagnóstico: acosadora.
Fui a la revisión de un examen en
penúltima convocatoria. No es que lo hiciera bien o mal, es que no lo hacía
como Marcelina quería. Me corrigió cosas absurdas, cosas que estaban bien, pero
no estaban dichas con SUS palabras. Y nunca iban a estarlo porque ella era
leísta y yo no y esa brecha es imposible de cerrar.
El caso es que yo estaba bastante
agobiada porque me mandaba a última convocatoria. Y ahí vino el acoso. No hizo
falta que dijera de manera explícita “si me dejas follarte, apruebas”. Era su
primer movimiento conmigo, tenía que ser discreta porque yo no había mostrado
ningún tipo de interés hacia ella que no fuera ese examen.
Mi cara cuando me dijo que podía ir a
verla cuando quisiera para hablar del tema debió de ser un poema porque se puso
nerviosa y enseguida salió con que fulanita y menganita lo habían hecho y luego
habían aprobado.
Marcelina de mis entretelas, pobre
inocente, no sabía que yo soy la oveja negra allá por donde voy y lo que hagan
o no mis compañeras me importa una mierda.
No, claro que no le dije
eso, tenía que aprobar la última convocatoria, pero igual que ella no me dijo
“si me dejas follarte, apruebas” y yo entendí, ella también entendió y se tuvo
que conformar con un buen montón de calabazas.
Identificación: profesora de universidad.
Edad: Cincuenta y muchos.
Diagnóstico: acosadora.