Nombre: Marga.
Edad: 39.
Identificación:
amiga del instituto.
Diagnóstico:
pesimista (y me quedo corta), interesada, seca, llegué a pensar en doble
personalidad.
Marga fue mi
primera amiga en el instituto, pero nuestra amistad se afianzó sobre todo a
partir de COU, el último curso, cuando hicimos piña con Carmen.
Era bastante seca, incluso borde, pero de cuando en cuando sacaba un lado
simpático que no sé de dónde salía. No duraba mucho. Igual que Carmen, era
pesimista, se metían en un hoyo del que no salían en toda la noche, aunque
Marga al menos no era victimista. En fin, que era como era, simplemente mi
amiga y la aceptaba, como se acepta a una hermana.
Los problemas
vinieron tiempo después, habían pasado unos años desde mi llegada a Madrid. Cuando
dos personas se alejan es habitual que el contacto se vaya haciendo más
esporádico. Marga y yo nos escribimos cientos de cartas durante nuestra época
universitaria, pero llegó el momento de buscarse la vida de otra manera y no sé
si es que le pasaban menos cosas porque no iba a clase o le faltaba tiempo
porque estaba buscando curro, el caso es que fue dejando de comunicarse. Solo
hablábamos cuando iba a casa por vacaciones. Sin embargo, ese silencio no era
impedimento para llamarme una y otra vez hasta quemar su teléfono y el mío si
necesitaba algo de mí.