09 marzo 2017

Sesión 1: L., la joven amargada

Nombre: L.
Edad: 28.
Identificación: compañera de clase.
Diagnóstico: egocéntrica, antisocial, dependiente, amargada. Infeliz.

Conocí a L. porque somos compañeras de clase. Lo que más lamento a estas alturas es no haberme cambiado de grupo. Boicotea todas las clases, no hay ni una que fluya. Interrumpe, protesta por todo, los ejercicios le parecen aburridos, los temas le parecen un coñazo, nunca le gusta la opción que le asigna el profesor y venga a protestar, monopoliza todas las conversaciones e insulta a todo el mundo, compañeros y profesor. Al profesor le hace gracia, supongo que la ve como una niña caprichosa que de vez en cuando suelta una parida. Como la figura de autoridad le da alas y, en general, la gente le ríe las “gracias”, ella se crece y su actitud ha ido agravándose hasta llegar a los insultos. En alguna ocasión le di un corte y eso alentó a otro compañero a hacerlo. Los cortes la paralizan, no le gustan, le pasa como a todos los que dicen gracietas ofensivas: se creen con la exclusividad a hacerlo. Aunque tanto el Abogado como yo fuimos sutiles y elegantes, pero ella es bruta, no tonta. Luego intenta atacar con una réplica, entonces paso de ella, ni la miro y se cabrea más.

Una de las cosas de las que presume L. es de no gustarle la gente y ser solitaria, sin embargo, casi cada día al terminar las sesiones me pregunta si yo también voy a coger el tren (excepto cuando se enfada conmigo, entonces estoy de suerte y se larga sin avisar). La primera vez fue una casualidad, seguimos el mismo camino hasta la esquina, luego hasta las escaleras y luego hasta los tornos. Ese primer día ella bajó al andén del tren que suele coger cuando va sola. También la segunda vez. Pero la tercera decidió que era mucho más entretenido ir en el mismo que tren que yo. Ahora, si le digo que no cojo el primero en aparecer, espera conmigo al siguiente. No puedo describir la paliza verbal que me da en esos viajes.

Mi intuición (y lo que leo entre líneas) me dice que está solísima. Su actitud es tan desagradable que supongo que despierta rechazo en los demás. Sé que en su trabajo no la soportan y a mí me pilló por banda porque no la conocía. Es lista, tarda un par de días en sacar el monstruo, sabe que no cae bien y tiene que aprovechar esos primeros momentos de desconcierto para hacer terapia de todas sus porquerías del trabajo. La que necesita terapia después de eso soy yo, de hecho sé que es la principal causante de mi ansiedad nocturna. Para mí es alguien de la que no querría oír su voz nada más que para decirme adiós, casi una desconocida que no para de hablar hasta que se baja del tren. Sus conversaciones son monólogos que consigue sacar adelante subiendo el volumen de su charleta para bloquear los comentarios que quieran hacerle los demás. Yo, yo, yo y yo. Tan egocéntrica, que cuando el profesor pone de ejemplo a otro estudiante, ella se revuelve incómoda en la silla porque ha perdido el protagonismo. Y después del ejemplo, emplea la misma táctica que cuando le dan un corte: intenta atacar con una réplica que nunca viene a cuento. 

Empecé a evitarla diciéndole que no iba a la estación. Cruzo la calle, me deslizo como una ladrona por otra entrada y llego al andén por la zona de la cola del tren en vez de por la zona de la cabecera. Pero tengo mis propios problemas y a veces termino el día demasiado cansada como para dar una vuelta que me retrasa diez minutos. No son nada pero marcan una diferencia, ponen el límite a una barrera psicológica, la que supone llegar a las nueve o más allá de las nueve y cuarto. Porque que cojas el tren diez minutos más tarde, no significa que vayas a llegar diez minutos más tarde.

En esas estoy, evitándola y siendo descubierta por uno de mis compañeros. Me da igual,  hasta me da igual que me vea ella. Sé que es una lapa que se pega a los demás por desesperación, que pasa del lenguaje corporal de rechazo, que intenta manipularte poniendo voz de niña pequeña para decirte de manera lastimera que la dejas sola. No, no la dejo sola porque nunca he estado con ella. Está sola por sí misma. Su filosofía: como en cualquier momento me pueden echar (del trabajo), ¿por qué voy a ser amable con la gente? Y eso lo aplica a cada aspecto de su vida. 

2 comentarios:

  1. Me gusta este blog amplio auténtico sos vos un abrazo inmenso

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    1. Muchas gracias, Recomenzar. Espero ir llenándolo poco a poco. Ya tengo un nuevo "paciente" en mente :)

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