Nombre: L.
Edad: 28.
Identificación: compañera de clase.
Identificación: compañera de clase.
Diagnóstico: egocéntrica,
antisocial, dependiente, amargada. Infeliz.
Conocí a L. porque somos compañeras de clase. Lo que más
lamento a estas alturas es no haberme cambiado de grupo. Boicotea todas las
clases, no hay ni una que fluya. Interrumpe, protesta por todo, los ejercicios
le parecen aburridos, los temas le parecen un coñazo, nunca le gusta la opción
que le asigna el profesor y venga a protestar, monopoliza todas las
conversaciones e insulta a todo el mundo, compañeros y profesor. Al profesor le
hace gracia, supongo que la ve como una niña caprichosa que de vez en cuando
suelta una parida. Como la figura de autoridad le da alas y, en general, la gente
le ríe las “gracias”, ella se crece y su actitud ha ido agravándose hasta
llegar a los insultos. En alguna ocasión le di un corte y eso alentó a otro
compañero a hacerlo. Los cortes la paralizan, no le gustan, le pasa como a
todos los que dicen gracietas ofensivas: se creen con la exclusividad a
hacerlo. Aunque tanto el Abogado como yo fuimos sutiles y elegantes, pero ella es
bruta, no tonta. Luego intenta atacar con una réplica, entonces paso de ella,
ni la miro y se cabrea más.
Una de las cosas de las que presume L. es de no gustarle la
gente y ser solitaria, sin embargo, casi cada día al terminar las sesiones me
pregunta si yo también voy a coger el tren (excepto cuando se enfada conmigo,
entonces estoy de suerte y se larga sin avisar). La primera vez fue una
casualidad, seguimos el mismo camino hasta la esquina, luego hasta las
escaleras y luego hasta los tornos. Ese primer día ella bajó al andén del tren
que suele coger cuando va sola. También la segunda vez. Pero la tercera decidió
que era mucho más entretenido ir en el mismo que tren que yo. Ahora, si le digo que no
cojo el primero en aparecer, espera conmigo al siguiente. No puedo describir la paliza verbal que me da en esos viajes.
Mi intuición (y lo que leo entre líneas) me dice que está solísima. Su
actitud es tan desagradable que supongo que despierta rechazo en los demás. Sé
que en su trabajo no la soportan y a mí me pilló por banda porque no la conocía.
Es lista, tarda un par de días en sacar el monstruo, sabe que no cae bien y
tiene que aprovechar esos primeros momentos de desconcierto para hacer terapia de todas sus porquerías del trabajo. La que necesita terapia después de eso soy
yo, de hecho sé que es la principal causante de mi ansiedad nocturna. Para mí
es alguien de la que no querría oír su voz nada más que para decirme adiós,
casi una desconocida que no para de hablar hasta que se baja del tren. Sus
conversaciones son monólogos que consigue sacar adelante subiendo el volumen de
su charleta para bloquear los comentarios que quieran hacerle los demás. Yo,
yo, yo y yo. Tan egocéntrica, que cuando el profesor pone de ejemplo a otro
estudiante, ella se revuelve incómoda en la silla porque ha perdido el
protagonismo. Y después del ejemplo, emplea la misma táctica que cuando le dan
un corte: intenta atacar con una réplica que nunca viene a cuento.
Empecé a evitarla diciéndole que no iba a la estación. Cruzo
la calle, me deslizo como una ladrona por otra entrada y llego al andén por la zona de la cola del tren
en vez de por la zona de la cabecera. Pero tengo mis propios problemas y a
veces termino el día demasiado cansada como para dar una vuelta que me retrasa
diez minutos. No son nada pero marcan una diferencia, ponen el límite a una
barrera psicológica, la que supone llegar a las nueve o más allá de las nueve y
cuarto. Porque que cojas el tren diez minutos más tarde, no significa que vayas
a llegar diez minutos más tarde.
En esas estoy, evitándola y siendo descubierta por uno de
mis compañeros. Me da igual, hasta me da
igual que me vea ella. Sé que es una lapa que se pega a los demás por
desesperación, que pasa del lenguaje corporal de rechazo, que intenta
manipularte poniendo voz de niña pequeña para decirte de manera lastimera que
la dejas sola. No, no la dejo sola porque nunca he estado con ella. Está sola por
sí misma. Su filosofía: como en cualquier momento me pueden echar (del
trabajo), ¿por qué voy a ser amable con la gente? Y eso lo aplica a cada
aspecto de su vida.
Me gusta este blog amplio auténtico sos vos un abrazo inmenso
ResponderEliminarMuchas gracias, Recomenzar. Espero ir llenándolo poco a poco. Ya tengo un nuevo "paciente" en mente :)
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