Sesión 11: JotaJota desesperado por la pasta

Nombre: J.J.

Edad: sobre setenta.

Identificación: traductor contratado de vez en cuando por la empresa donde trabajo.

Diagnóstico: insistente rondando el acoso, muy probablemente tacaño o pesetero.

Conozco a JotaJota desde hace más de diez años. Heredé su contacto cuando me encasquetaron una tarea que no me tocaba hacer en el trabajo. Amable, educado, su tono de voz no dice los años que tiene aunque su manera de expresarse es anticuada, desfasada; llama a sus hijos “mis niños” aunque deben de ser cuarentones.

Nuestra relación seguía un patrón constante: una vez al año le enviaba textos para traducir y bye bye hasta el año siguiente. Pero, de pronto, cambié mi modus operandi. No recuerdo por qué, pero un año le hice dos encargos y debió de verlo como una oportunidad de conseguir una tajada mayor. Sin embargo, justo después de ese doble encargo, no he sido constante, con más ausencias que presencias, y eso lo pone en alerta. Al final, es un jubilado. Aunque sigue activo dando clases y traduciendo, tiene más tiempo para pensar… y dar el coñazo.

Empezó escribiéndome antes de las vacaciones para comunicarme su disponibilidad. Un email antes de Navidad, otro antes de Semana Santa, otro en el verano, un año tras otro. A veces, también antes de los puentes largos. No me pide directamente trabajo, pero me cuenta su calendario al detalle y me habla de sus niños… ¿para darme pena? Cuando la desesperación lo deja sin uñas, toca llamada, aunque suele dejarlas como último recurso. La primera fue hace unos tres años, poco después de pasar la fecha en que solía contactar con él. Que feliz año y todo eso y hablando de todo un poco, ¿no tienes traducciones? Me quedé un poco alucinada. Evidentemente no conozco sus finanzas, pero un tío que fue profesor de universidad y sigue compaginando trabajos extras con la pensión, puede vivir muy desahogadamente sin privarse de nada, a no ser que gaste como si no hubiera un mañana. Y la suma total que le paga mi empresa tampoco lo va a sacar de pobre.

En los últimos meses he vuelto a estar desaparecida para él. No me han entregado todos los textos y tampoco he puesto mucho de mi parte para presionar. Tengo otras cosas que hacer, esta es una tarea que no me gusta y he medio enterrado el asunto. ¿Y quién ha aparecido? Por supuesto que JotaJota. A destiempo, su último email llegó hace unos días, el sábado dos de noviembre, el sábado de un puente, que si tengo pensado algún encargo ante de fin de año. Me dieron ganas de hacer una bola con el email y tirarlo directamente por el váter. No sé si lo sentí como control de mi trabajo, si fue la insistencia, la desesperación por la pasta o su pedigüeñismo, pero algo hizo clic dentro de mí y no lo soporto más. Me incomoda, pero no en el mismo sentido que si alguien que necesitara ese trabajo para comer me llamara de vez en cuando. En ese caso sentiría rabia y frustración por no poder ayudarle, en este caso siento asco y de buena gana buscaría a otra persona, de hecho, quizás lo haga.