Sesión 9: Jota el de los gases

Sesión 8: Jota, el de los gases.

Nombre: Jota.

Edad: 32.

Identificación: compañero de trabajo de una amiga.

Diagnóstico: indiscreto, provocador de situaciones incómodas, hipocondríaco, egocéntrico.

Jota es un loco indeseable para una de mis mejores amigas y me ha contado algunas anécdotas y situaciones incómodas protagonizadas por él. Es uno de esos que no se corta a la hora de contar intimidades, de dar detalles desagradables, escabrosos, de exhibirse sin desnudarse, apisonando los sentimientos de quien se ponga delante.

Su complemento del nombre viene de unos días muy difíciles con dolor de tripa, quejándose a todas horas, aireando al mundo que tenía gases. Espero que lo del aireo solo fuera de palabra y no con hechos, realmente es algo que no quiero confirmar. Tanto dolor tenía que fue al médico y lo primero que le dijeron es que no se apretara tanto el cinturón, hasta se había hecho una herida con la hebilla. Quizás buscaba una cinturita de avispa para contrarrestar la hinchazón producida por lo que albergaba en su interior. Pero contarles todos estos detalles a sus compañeros de trabajo no era suficiente, así que les pidió que, si lo llamaban, dijeran que estaba en el baño con un ataque de gases. Imagino que en ese momento todos desearon que allí metido los expulsara todos a una y saliera volando por la ventana para no volver. No hace falta decir que no es muy querido.

Tampoco se cortó un pelo cuando les comunicó que tenía dolor de testículos. Reconozcámoslo, no es lo mismo confesar un dolor de testículos que de cabeza, por mucho que ambas partes se parezcan en la forma y por mucho que algunos piensen más con las bolitas de abajo que con la bola de arriba (ojo, igual que muchas piensan más con los ovarios que con la cabeza, que hay de todo en este mundo). Así que vuelta a poner a sus compañeros y compañeras incómodos. De nuevo una visita al médico, que le dijo que no tenía nada, pero que era necesario que usase dos tallas más de calzoncillos, que llevarlos tan apretados no es saludable. Y claro, también esto lo supieron las gentes oficinescas porque cuando llegó pasó informe detallado.

Sí, qué le vamos a hacer, hay temas de conversación que pueden producir incomodidad en los demás. Quizás hablar de pedos debería poder ser un tema tan natural como hablar de una contractura, pero está en manos de cada uno identificar cuándo podemos soltarlos o no, cuáles son los temas cómodos e incomodos para nuestros interlocutores y tan importante como esto, dónde soltarlos... los temas, por supuesto. Está claro que este tipo no tiene esa habilidad. Me puede hacer mucha gracia que me cuenten historias escatológicas cuando estoy de cachondeo con mis amigos, pero no en el trabajo. El problema de Jota es que no le importa nadie, empatía cero. No sé si lo hace para llamar la atención y ganar protagonismo, porque disfruta incomodando a los demás o simplemente porque es así y no se da cuenta del rechazo que provoca. Está en esa oficina para soltar su rollo, absorber cotilleos y trepar. Y si poner a sus compañeros y compañeras en contra para luego poder acusarlos ante su jefe le funciona, mejor para él y peor para el resto.