01 noviembre 2020

Sesión 18: Lolo (1): al cementerio

Nombre: Lolo
Edad: veintipocos (en el momento de esta anécdota).
Identificación: hermano de mi madre.
Diagnóstico: carota, creaba sufrimiento a su familia mientras adulaba y quedaba bien con los demás.


Podría escribir una entrada semanal sobre Lolo y, si el blog fuera una libreta, tendría que comprar otra porque se acabarían antes las páginas que las historias sobre él. Si aún no había sido el protagonista de una sesión es porque me parecía una persona tan despreciable que no quise hacerlo protagonista, pero el otro día mi madre recordó una anécdota típica de estas fechas y me puse hecha una furia, más por todo el rencor acumulado que por la anécdota en sí, así que decidí escribir para aliviar un poco la tensión.

El origen de una buena parte de las historias que mi madre puede recordar sobre él está en que era la típica persona que por quedar bien con sus amigos, compañeros de trabajo, con quien fuera, en realidad, perjudicaba a su familia. Esa familia fueron primero sus padres y su hermana, más tarde su primera mujer y sus tres primeros hijos, luego su segunda mujer y su cuarto hijo. También les creó mucho sufrimiento a sus amantes, pero el origen de ese daño es diferente.

Esta historia sucedió cuando aún estaba soltero y vivía en casa de mis abuelos. Trabajaba, pero como no contribuía nada a la economía familiar, pudo comprarse un coche, así que mi abuela le pidió si podía llevarla al cementerio. Puedo imaginarlo perfectamente despotricando por el pasillo hacia la puerta de salida. “Déjame en paz, mamá, no me molestes que llevo prisa”. Así que a mi abuela no le quedó otra que coger un autobús que por aquel entonces no era muy frecuente. Estaba el autobús en una de las últimas paradas, cuando mi abuela vio pasar a este individuo que tenía como hijo llevando en su coche, al cementerio, a la madre de uno de sus amigos. Para ella, no tenía prisa.

8 comentarios:

  1. Bua, no sé si es real pero vaya personaje más despreciable pintas.
    Da tristeza.

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  2. Totalmente real y con dos caras muy muy muy diferenciadas. Hay quien diría que era la persona más encantadora del mundo, para mí era un egoísta, un misógino, un racista y un homófobo. Así que quien sabe si volverá por aquí cuando a mi madre se le ocurra otra anécdota. Yo intento pensar en él lo mínimo.

    Un saludo!

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  3. Hola Dorotea, me entretuvo mucho esta anécdota, deja mucho en que pensar. Pero tranquilamente las anécdotas dan pie para una increíble historia ;)

    PD: Me gusto mucho encontrar tu blog, así que me quedo en tu genial espacio para seguir leyéndote, si gustas visitarme mi blog es http://plegariasenlanoche.blogspot.com/ nos estamos leyendo <3

    Un beso desde Plegarias en la Noche.

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    1. Muchas veces la realidad supera la ficción, me temo. :)

      Un saludo y gracias por pasarte.

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  4. Vaya personaje... y mira que abundan, te mando un abrazo grande Dorotea

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    1. Y esto no es nada... Tremendo. Pero en todas partes cuecen habas, Susy. Solo que algunos saben engatusar muy bien a la gente... como este.
      Un abrazo.

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  5. Quedando bien el hijo en otros lados. Como dice la frase: candil de la calle, oscuridad de la casa.

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    1. Qué buena frase la del candil, se le ajusta perfectamente. En casa no solo no alumbraba sino que robaba las velas.

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