Nombre: Marga.
Edad: 39.
Identificación:
amiga del instituto.
Diagnóstico:
pesimista (y me quedo corta), interesada, seca, llegué a pensar en doble
personalidad.
Marga fue mi
primera amiga en el instituto, pero nuestra amistad se afianzó sobre todo a
partir de COU, el último curso, cuando hicimos piña con Carmen.
Era bastante seca, incluso borde, pero de cuando en cuando sacaba un lado
simpático que no sé de dónde salía. No duraba mucho. Igual que Carmen, era
pesimista, se metían en un hoyo del que no salían en toda la noche, aunque
Marga al menos no era victimista. En fin, que era como era, simplemente mi
amiga y la aceptaba, como se acepta a una hermana.
Los problemas
vinieron tiempo después, habían pasado unos años desde mi llegada a Madrid. Cuando
dos personas se alejan es habitual que el contacto se vaya haciendo más
esporádico. Marga y yo nos escribimos cientos de cartas durante nuestra época
universitaria, pero llegó el momento de buscarse la vida de otra manera y no sé
si es que le pasaban menos cosas porque no iba a clase o le faltaba tiempo
porque estaba buscando curro, el caso es que fue dejando de comunicarse. Solo
hablábamos cuando iba a casa por vacaciones. Sin embargo, ese silencio no era
impedimento para llamarme una y otra vez hasta quemar su teléfono y el mío si
necesitaba algo de mí.
Cuando a su
hermana la admitieron en la escuela de canto, me llamó trece veces en veinte
minutos, por si le podía buscar casa… o incluso quedarse en la mía, de gorra,
claro. Cuando la admitieron en un curso en Madrid, me llamó otro mogollón de
veces hasta que se lo cogí. Era finales de junio y no había tenido noticias
suyas desde Semana Santa. Eres la primera a quien se lo digo, Doroty, ¿me puedo
quedar contigo? Le dije que solo una semana porque seguía compartiendo piso, pero
se quiso quedar más porque mis compañeras eran muy majas, estaba encantada,
hacía lo que quería, se lo pasaba de fábula. Se cabreó cuando le dije que no. Ella
pasó el verano en Madrid, yo en casa de mis padres. Cuando volví la llamé para
quedar el fin de semana y me dijo que dejaba Madrid el domingo. La acogí, la
integré en mi grupo de amigos, pero no dejé que abusara y se cabreó, tanto que
seguía enfadada y se iba a marchar sin avisarme. Creo que ese fue el punto de
giro hacia la decadencia, aun así, como un año después, únicamente viéndonos en
vacaciones, casi obligadas, volvió a llamarme. Quince llamadas en media hora
escasa. Doroty, que si conoces a alguien que pueda cuidar de mi abuelo, igual a
tu tía le interesa.
Tengo otros
amigos con los que me veo únicamente de manera esporádica y no nos escribimos
entre medias y no pasa nada. Lo que me fastidiaba eran las llamadas por
conveniencia que rozaban casi el acoso. La última vez me fastidió tanto que me
desahogué con Carmen. Es como es, me dijo. No se metió y se lo agradecí, solo
necesitaba hablar. En cambio, yo sí me metí en una discusión que tuvieron
ellas, cuando Marga le llamó pilingui a Carmen porque se acostaba con su
segundo novio después de haberse acostado con el primero. Supongo que le dolió,
pero es que me tocaba de cerca, nos estaba insultando a todas las mujeres
libres que hacemos lo que nos da la gana. También es cierto que fue la primera
y última vez que tomé partido por una de ellas, ya que por lo general, si
teníamos un problema con otra, escuchábamos y punto porque podíamos acabar mal
todas. Pero lo de aquella discusión por lo de pilingui me la guardó. Esperó
como una garrapata espera en un árbol a que pase por debajo el perro ideal y
cuando menos lo esperaba, cuando más necesitaba su apoyo, me clavó el puñal y
se largó.
Comenté en la entrada anterior que Carmen se casó y no me invitó a salir
con ella y sus amigos y que luego me echó en cara no haber querido ir con
ellos. Después del reproche nos enseñó las fotos de la boda y en ellas me
señaló a un amigo de su marido, un chaval majo, trabajador, que tenía una
pequeña empresa ganadera, de vacas lecheras. Claramente me lo estaba vendiendo,
Marga apoyándola como la típica segundona de instituto que asiente a todo lo que
dice la niña guay. Acabaron diciéndome que eso es lo que me había perdido (la
verdad es que el tipo estaba buenísimo), pero insinuó que todavía podía hacer
algo. En ese momento yo estaba que trinaba porque estaba pasando un momento muy
difícil, lo que menos necesitaba era una relación, pero ellas o lo habían
olvidado o les daba igual. Y se lo dije, les recordé cómo me encontraba, que lo
que menos necesitaba era una relación y menos una relación a distancia con un
tipo al que no iba a poder ver. Y estalló la bomba.
Afloraron todos los rencores hacia mí, rencores que desconocía, rencores
por haberme marchado, quizás por haberlas dejado (aunque siempre les
presté más atención desde la distancia que la una a la otra estando pegadas. El
granjero habría estado encantado conmigo). Me acusaron de prepotente por no querer nada con un
granjero por el hecho de serlo, me recordaron una y otra vez que era muy buena
persona, que la ganadería es un trabajo muy sacrificado, que no entiende ni de
fines de semana, ni de vacaciones, que era muy trabajador, que quien me creía
yo para menospreciarlo, algo que ni siquiera había hecho. Mis amigas estaban
hablando de mí como si estuvieran describiendo a otra persona. Y si Carmen
estaba alterada como si estuviera insultando a su hermano, Marga ni os cuento.
Se tomó mis palabras como un ataque directo a Carmen que ella tenía que parar a
toda costa, como si le gustara el tipo, o como si le gustara la propia Carmen
(no descarto ninguna de las opciones). Me estaban dando lecciones que sobraban, me
estaban hablando de prejuicios cuando eran ellas quienes los estaban teniendo
conmigo, haciéndome extranjera, extraña, poniendo prejuicios en mi boca solo
porque no quería una relación a distancia. Mientras las oía hablar como dos
fieras, supe que ese era nuestro último encuentro.
Carmen tuvo, no
sé si la jeta o la decencia de escribirme unas semanas después. Incluso me
felicitó las primeras Navidades y mi primer cumpleaños después de eso, Marga se
silenció para siempre.
Si a Carmen la
recordé porque pasé por delante de su antigua oficina, Marga emergió de mis más
profundos recuerdos, los que están a punto del olvido, porque una amiga de mi
madre me preguntó si conocía a otra amiga suya, profesora en mi instituto.
Claro, es tía de mi amiga Marga. Igual que en el caso de Carmen, no sé nada de
ella, ni quiero saber, solo necesitaba desahogarme.
A veces hay amistades que están condenadas a ser de la adolescencia, y cuando intentamos ir más allá, defraudan.
ResponderEliminarSobretodo si como en el caso de marga, solo te busca por interés.
Desahogarse está bien. Para eso tenemos estos rinconcitos.
Un saludo
Estos riconcitos son una tabla de salvación.
EliminarMe da pena que las amistades de instituto no pasen a la edad adulta, hay gente que lo consigo y no puedo evitar sentir algo de envidia. Supongo que muchas no soportan los cambios que se producen al crecer.
Un saludo y gracias por pasarte.
Qué mala onda con la Carmen.
ResponderEliminarQué mala onda con las dos. :( (me encanta esta expresión vuestra ^^)
EliminarQué interesante buceo en el pasado. Yo no sé si podría rescatar a alguien con tanto detalle. Tengo olvidadas a la mayoría de aquellas personas. Tengo un par de anécdotas de cada uno de esos compañeros de colegio, calle, etc. y poco más. No demasiado malas. Yo era un despistado así que si me hicieron alguna trastada ya no me acuerdo. Aunque me gustaría para usarlos de personajes en algún lugar. Menos mal que llevaba un diario. Por cierto, no sabía de este espacio y mira que hay cosas por aquí ya escritas... Un abrazo
ResponderEliminarBienvenido por aquí también, Sergio! :)No escribo tanto, va por rachas.
EliminarEn mi caso, tengo un poco de todo. Gente a la que recuerdo vagamente y que en cambio algunas de mis amigas recuerdan muy bien, y luego estos casos que todavía recuerdo perfectamente... y que ojalá no recordara.Como personajes, son impagables. :D
Un abrazo.
Interesante tu blog, te sigo y me quedo por aquí para descubrir tus letras..
ResponderEliminarUn abrazo
Saludos fraternos
Muchas gracias por pasarte. Un saludo,
EliminarDH
Oye, estás muy vaga ¿No vas a escribir más?
ResponderEliminarEstás bien ¿no?
Dos preguntas y un saludo.
Qué extraño! No me llegan los avisos de algunos de vuestros comentarios, siento no haber respondido antes.
EliminarLo que pasa con este blog es que es un poco secundario y escribo en él de vez en cuando. Soy más constante en el del Diablillo. Solo te lo digo como información, nada de presiones para que lo visites. :)
Un saludo
Fabulous blog
ResponderEliminarNo sé si es para tanto.
EliminarPlease read my post
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