13 enero 2022

Sesión 21: Ramón, el novio posesivo

Nombre: Ramón.

Edad: treinta y ocho.

Identificación: novio de Q., una de mis compañeras de piso.

Diagnóstico: maltratador psicológico.

Ramón tenía treinta y ocho años cuando lo conocí. Q., veinticinco; yo, veintisiete. Es importante aclarar las edades porque Q., con su elección de pareja, buscó más un padre que un novio. Se puede buscar eso con una pareja con la que no haya diferencia, pero creo que Q. la necesitaba y Ramón la explotaba mucho, muchísimo, para sentirse y hacerle sentir a ella que él era superior.

No solo era paternalista con ella haciendo uso del mansplaining todo el rato, hablándole como si no tuviera ni idea de nada, explicándole el mundo como si ella no estuviera en el extranjero haciendo un máster y sacándose las castañas del fuego. También lo intentaba conmigo, pero mira por dónde, casi todos los hombres que me habían atraído hasta ese momento eran mayores que yo y no tenía problema en tratarlo de igual a igual. Además, yo ya tengo un padre y, sinceramente, es suficiente. Ya es bastante difícil eso de “matar al padre” como para tener que gestionar la tarea con más de uno. Y, sobre todo, no iba a permitir que una persona que no era nada para mí me dijera lo que tengo que hacer, lo que está bien y lo que está mal.

Creo que esto sería suficiente para considerarlo idiota y dedicarle una sesión, pero hay cuatro motivos adicionales, así que empecemos. De menor a mayor importancia: 

4) Establecía diferencias y era un snob. Seis meses después de que Q. terminara el máster y volviera a su país, vinieron de visita. Para hacerse el guay y ganar nuestra confianza, nos invitó al teatro. Sé que fue un detalle, aunque tuviera segundas intenciones, pero nos mandó a las amigas a las alturas y él y Q. se fueron a uno de los mejores sitios del patio de butacas. Y lo hizo por dos motivos: porque las entradas del patio eran bastante caras y a nosotras tenía que engatusarnos, pero sin excesos, y porque nos consideraba menos. Aun sin saber qué nos íbamos a encontrar en el teatro, no me apetecía nada el plan. Fui por Q., porque luego íbamos a ir a cenar y a pasarlo bien, todo lo bien que pudiéramos con él presente, pero quizás porque yo no haría eso, sino que compraría entradas iguales para todo el grupo, me sentó mal.

3) Intentó ponerme en contra de Q. La noche del teatro, me llevó a un aparte e intentó ponerme en contra de Q. No me meto en los problemas de pareja de mis amigas. Puedo darles mi opinión sobre algo si me la piden (y si hay confianza, aunque no la pidan… ups) y denunciaría lo denunciable si llegara el caso. Pero igual que a ella nunca le dije que dejara a este tipejo porque me pareció que no tenía tanta confianza con ella —solo compartimos piso diez meses—, tampoco iba a ponerme en su contra por ponerle los cuernos. No fue el caso, pero él creyó que sí e intentó convencerme de que era malísima, de que tenía que decirle algo, castigarla, apoyarlo a él, compadecerlo, pobrecito. Por supuesto, le dije que nunca iba a ponerme en contra de mi amiga, hiciera lo que hiciera, para eso era mi amiga. Y para juzgarla ya se bastaba él solito.

2) Era un pelín homófobo. En esa misma visita (pocos días, pero muy fructíferos), quedamos otro día con un amigo mío que Q. había conocido. Se llevaban muy bien. Cuando nos despedimos, Ramón se acercó a mí y me preguntó por qué no le había dicho que mi amigo era gay... “para estar preparado”. Mi política es no hablar de las preferencias sexuales de nadie, en cambio, sí le habría dicho a mi amigo que este ser era homófobo de haberlo sabido.

1) Trataba muy mal a Q. Según lo que vi, mi diagnóstico es el de paternalista, machista, controlador, celoso, posesivo, manipulador: un maltratador psicológico. Antes de que se terminaran las clases del máster, el grupo hizo un viaje. Ramón le prohibió terminantemente que fuera. Ella fue igualmente. Creo recordar que él descubrió el pastel por unas fotos en Facebook. Seguía a todos los compañeros de clase de Q. para rastrear lo que su novia no publicaba. Cuando vio la foto en la que salía ella con un amigo montó en cólera porque le había desobedecido y su mente celosa montó una película porque Q. no podía tener amigos hombres. Y si la veía con uno en una foto únicamente significaba una cosa: se lo estaba tirando.

Como comenté antes, la acusó de engañarlo, tuvieron unas broncas horribles vía Skype y ella adelantó su vuelta para intentar solucionar las cosas. Aparentemente lo hicieron porque seis meses después viajaron juntos a visitarnos, sin embargo, todavía intentó que me pusiera de su lado incluso después de ese tiempo. Solo lo había visto una vez en mi vida, no tenía que pedirme nada. Pero tenía una lista de tareas: intentar iluminar a todas las amigas de Q. con la verdad para aislarla y yo era la última. Rompieron unos meses después. Sinceramente, espero que esté más solo que la una, no se merece otra cosa.

4 comentarios:

  1. Me produjo tristeza la situación de Q.
    Pero por otra parte me alegra saber que su relación dañina ya se terminó. Algunos son tan manipuladores que convencen a su víctima de que ella es la culpable de lo que pasa.

    Saludos

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    1. Es que era muy triste, Ricardo. Son expertos en manipulación. Menos mal que lo dejó.

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  2. Lo peor de las Q que yo he conocido es que después de dar el paso y romper y recibir el apoyo de su entorno, vuelven con sus ramones de turno y cuando vuelven a romper ese entorno ya no les apoya tanto y la tercera vez directamente ya está a otras cosas. Pero los ramones sifmpre buscan nuevas Q, co la fuerza de creerse perfectos

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    1. Una vez que volvió a su país, le perdí la pista. Sé que no volvió con él, pero estoy segura de que él se consiguió una nueva víctima porque además era la típica persona que tiene que lucir pareja como si las parejas fueran cosas. Uf, la verdad es que me produce repelús. :S

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