02 febrero 2022

Sesión 22: Eloísa, mi profesora de literatura

Nombre: Eloísa.

Edad: cuarenta y.

Identificación: mi profesora de literatura española en bachillerato y COU.

Diagnóstico: triste, amargada, deprimida.

Eloísa fue mi profesora de literatura española en tercero de BUP y COU. Fijaos que poca afinidad teníamos que aprobaba su asignatura con cincos raspados y en selectividad me quedé rozando el sobresaliente. Y si no saqué más nota creo que fue por mi falta de confianza, provocada por ella. Siempre estaba pensando qué decir y qué no decir para no molestarla. 

En realidad no está aquí por ponerme notas bajas. He tenido otros profesores que me puntuaron a la baja y eran encantadores. Eloísa está aquí porque no soportaba que yo pensara diferente. De manera diferente a ella. Siempre nos echaba en cara que no fuéramos capaces de distanciarnos de nuestros padres y pensar por nosotros mismos, pero ¿qué pasaba cuando pensábamos diferente, pero también diferente a ella? Pues lo que me pasó a mí, que además de las notas bajas no podía verme delante sin poner una mueca de asco.

En tercero de BUP tuvimos como lectura obligatoria Crimen y castigo. Me miró mal porque yo llevaba una edición diferente a la que había recomendado y la traducción, obviamente, variaba. Pero no tenía pensado comprarme otro ejemplar de un libro que, además, no me llamaba nada. Me parecía un peñazo solo por su explicación y me pareció un peñazo cuando empecé a leerlo. No lo terminé, de hecho no lo leí hasta muchos años más tarde y me siguió pareciendo el mismo rollo que a los dieciséis. Pero no leerlo no me libraba del examen y mucho menos del trabajo. Eso era lo peor porque el examen podías hacerlo chapando apuntes, pero el trabajo había que desarrollarlo con tus propias ideas. Así que ni corta ni perezosa me puse a escribir. Nota: cinco. Lo mejor de todo es que no me puso ese cinco por haber notado mi falta de conocimientos sobre la vida y obra de Rodión Románovich Raskólnikov sino porque dije que todos tenemos un lado oscuro (yo influenciada por Darth Vader), unos lo dejamos salir y otros no y, claramente, Raskólnikov lo había dejado salir.

Me puso verde, me lo echó en cara delante de toda la clase porque tenías que ir a su mesa a escuchar sus comentarios, pero todo el mundo seguía en el aula. Y cuando llegó mi turno se puso furiosa y dijo gritando que ella tenía muchos problemas, que muchos dramas habían tenido lugar en su vida, que tenía más motivos que nadie para dejar salir su lado oscuro y que si no salía era porque no lo tenía.

Sigo convencida de que todos tenemos ese lado oscuro. A la mayoría no le sale porque puede esconderse hasta que vivamos una situación extrema y, por suerte, podemos morirnos de viejos sin haber vivido una de esas. Y tenerlo no significa matar, quizás “simplemente” significa gritarle como una loca a una de tus alumnas porque te has tomado un comentario suyo como algo personal.

4 comentarios:

  1. Me alegra conocer a alguien a quien tampoco le llama crimen y castigo (eso no es lo peor sino la legión de admiradores proselitistas que tiene el libro) Todos tenemos la capacidad de dañar a otros: queriendo o sin querer, dándonos cuenta o no. Esa bruja tenía un alto concepto de si misma que por lo que cufntas no se correspondía con la realidad. Un saludo

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    1. Pues yo lamento decir que no gustó nada, aunque al mismo tiempo tampoco me corto en reconocerlo. Y el final... madre mía, el final.

      Si humillar a la gente públicamente no es tener un lado oscuro, no sé lo que eso. Y por suerte esta anécdota no es nada comparada a lo que les dijo a algunas de mis compañeras. Tremendo.
      Un saludo.

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  2. Es válido que no le agrade a alguien alguna obra en particular, por muy reconocida que sea. Quienes se comportan como fanboys de autores clásicos atacando a quien diga que no le gusta están muy, muy mal.

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    1. Además, hay clásicos que me encantan, pero no me gustan solo por el hecho de serlo. Igual que no me gustan todas las obras de mi autor favorito. Supongo que esto nos pasa a todos... o casi todos.

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