25 octubre 2023

Sesión 31: "Biba la banda"

Identificación: profesora de lenguaje musical.
Edad: Treinta y.
Diagnóstico: manía por quedar bien con todo el mundo, voz chillona desquiciante.
 
Identificación: jefa de estudios del conservatorio.
Edad: Cincuenta y.
Diagnóstico: manía por quedar bien con todo el mundo, voz chillona desquiciante (no, no es error, las dos parecían cortadas por el mismo patrón).
 
Identificación: compañeros de Lenguaje Musical en 1º de grado medio.
Edad: Entre trece y quince.
Diagnóstico: simple y llanamente adolescentes, adolescentes en un lugar en el que no querían estar.
 
Esta vez va todo el grupo en una sola entrada. Son como un amasijo informe, sin caras. No recuerdo sus nombres, el de nadie. A la jefa de estudios le habría puesto Juliana porque en el momento de escribir se me vino a la cabeza una cebolla, pero mejor dejarla como personaje sin nombre, para quitarle importancia. Además de las voces chillonas de la profesora y de la jefa de estudios, recuerdo que su pelo era rubio oscuro. El de la profesora algo más largo que media melena, recogido siempre con dos pinzas en el sitio en el que los gatos tienen las orejas. El de la jefa de estudios, corto.
 
La profesora llegó a mitad de curso para sustituir a la anterior, Rosa, que dejó la enseñanza para irse de gira con una banda. Todo el mundo estaba contento porque Rosa no sabía tocar el piano y los dictados eran suplicios. En cambio, la nueva se manejaba lo suficiente para tocar las notas de una en una con fluidez.
 
Aquella clase era un horror. El grupo eran todo niños entre trece y quince años hormonados y alborotados, una chica de unos diecinueve y yo, diecisiete. Hoy un tío dos años más joven que yo es un tío de mi edad, un posible candidato a ligue. Uno cuatro años más joven, también. En aquel momento esa diferencia era un abismo.
 
El problema de muchos niños que iban al conservatorio es que lo hacían obligados por sus padres, en un gran número de casos la primera motivación era la apariencia. Saber música, entenderla, tocar un instrumento les importaba un pito. Hablo de mis tiempos y en mi ciudad. Así que aquella panda de chavales iba a clase a pasárselo pipa haciendo otras cosas, pero las que queríamos sacar el curso lo teníamos difícil porque ir a una clase normal era imposible. Medían mal, entonaban peor y no hacían ni un solo ejercicio de los que nos mandaban para casa, a poco que la profesora se descuidara no hacían ni los ejercicios que nos mandaba en clase. Nunca entendí cómo habían pasado tantos cursos, supongo que porque tocaban bien. Pero eran un desastre del solfeo, lo odiaban, y convertían cada sesión en una tortura.
 
Y llegó el fin de curso. Salí con buenas sensaciones del examen. Estaba “repitiendo”. Lo pongo en comillas porque había terminado el grado elemental por el plan antiguo, cinco añazos de solfeo, ya estaba graduada en ese campo. De hecho, ese título me faculta para dar clases, podría haberles dado clase a ellos. Pero para integrarme en el plan nuevo, en primero de grado medio, tuve que volver a estudiar lenguaje musical. Aquello era pan comido. Inocente de mí. Llegué a por el boletín de notas y tenía un seis. La única vez que iba con confianza a recoger una nota, ¡un seis! Poco más que un aprobado raspado.
 
Fui a hablar con la jefa de estudios (la profesora no se atrevió a dar la cara) y me explicó que como el curso había sido tan irregular, la profesora había decidido dar aprobado general. Protesté por activa y por pasiva. Quería al menos lo que nos habían prometido al principio, la subida de un punto por haber entregado deberes y llegar así al notable. No hubo manera, ni siquiera me dejaron poner una reclamación. Salí tan cabreada que lo dejé. La música no perdió nada, por desgracia yo sí.

4 comentarios:

  1. Me ha recordado uno de los exámenes de filosofía en la universidad. Yo confiadísimo, casi chulesco, sabiendo que no podía fallar en un examen que me había preparado tan bien, casi podía recitar el libro. Y luego un suspenso. No un seis. Un cate como un golpe en la cabeza. Cuando fuí a reclamar al profesor me salió con excusas como que tenía un par de faltas de ortografía y otro par de fallos leves. Leyéndolo frente a mí llegó a decir que no estaba tan mal y hasta me aprobó. Y siempre tuve la sensación de que no se lo había leído antes. Porque luego me fué mucho mejor.
    La arbietrariedad de ciertos profesores me parece un tema del que se habla poco. Lo que te pasó a ti no estuvo bien. Pero sabes que tu nota no fue nunca un seis. Aún así no he podido evitar reírme al principio. El tiempo te hace contarlo con mucho humor. Ya da igual, supongo. Un saludo

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    1. Jolín, Sergio, menudo delito lo tuyo. Pero mira, me has recordado algo similar que me pasó... lo voy a anotar para la siguiente entrada, jajajaja. Probablemente no, no se lo leyó. Igual hasta sorteó las notas. De todos modos hay veces que con algunos profesores no tenemos buenos resultados y luego con otros de la misma asignatura, triunfamos. Eso me pasó más en el insti que en la universidad, eso sí. De hecho, escribí sobre ello por aquí hace un tiempo. Hago spam y te dejo el enlace por si también te apetece. :) https://esoslocosindeseables.blogspot.com/2022/02/sesion-22-eloisa-mi-profesora-de.html

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  2. Dorotea... ay! a veces ni como defender a algunos maestros parece que en palabras mas aterrizaras a nuestra era (ja) son esos influencers que nos pueden marcar de alguna manera y deberían de darnos pauta al mostrar interés por sus estudiantes y esforzarse por darnos argumentos cuando por alguna razón y porque uno es listillo se pone a preguntar o indagar sobre una nota ... pero con esas soluciones...
    quizá me atrevo a decir que hay quienes no tienen una vocación porque por muy difícil que parezca un maestro deberia ser asertivo hasta en su proceder aunque la clase sea de 4... de 18 o de 50

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    1. Pues ya verás el siguiente, si tengo el placer de recibir tu visita. XD
      Te doy toda la razón, qué importante es tener un buen profesor/a. Que conste que los he tenido y gracias a algunos estoy aquí, escribiendo, y soy quien soy y tengo los sueños y proyectos que tengo, pero claro, en este blog sólo aparecen los que me las hicieron pasar canutas. Si lo pienso, en mi curriculum hubo más de los malos que de los buenos, algunos sólo mediocres que no aportaron nada. Estos últimos fueron la mayoría, en realidad.
      Un fuerte abrazo.

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